miércoles, 21 de enero de 2015

ENAJENACIÓN EXTRASENSORIAL


Es un día como pocos, después de una temporada de ajetreo laboral, a pesar de haber vuelto hace tan sólo poco más de una semana al trabajo, tras las vacaciones navideñas. Un nuevo año, montones de típicos y tópicos nuevos propósitos, de los cuales, probablemente sólo uno o dos se harán realidad. Como novedades, nuevas inquietudes, nuevas amistades, quizás nuevas ilusiones en algunos aspectos de su vida y, cómo no, alguna que otra decepción, aflicción y despedida.

Sentada en el asiento del copiloto de su coche, bajo sus gafas de sol, mira melancólica hacia arriba, al sol. Brilla como hacía tiempo no lo había visto. O quizás eso se imagina. El cielo, totalmente despejado, de un azul perfecto, nítido y brillante, hasta el punto de prohibir la aparición de cualquier nubecilla atrevida. Tan sólo el astro y una inmensidad azul celeste.

La cabeza, totalmente apoyada en el respaldo. De fondo, Katy Perry, con su "Unconditionally"… y…, de repente se activa un resorte, oculto quién sabe dónde.

Siente unas ganas terribles de viajar sin rumbo. Inmediatamente se le viene a la mente una idea que, hacía unos días, había compartido con un amigo. Viajar sin principio ni final, encima de una moto, agarrarse al piloto y dejarse llevar, no importa dónde, no importa cuándo, no importa por qué, no importa cuánto pueda durar el trayecto. Sentir el aire contra su cuerpo, cerrar los ojos, soñar. Notar la velocidad, el balanceo y las imperfecciones de la calzada, a 150 por hora, por una carretera sin fin.

Le gustaría no tener nada en qué pensar. No depender de nadie. Que nadie dependa de ella. Se atreve incluso a pensar fugazmente en cómo sería escaparse y olvidarse de todo, renacer de cero. Pero ese pensamiento lo  descarta de inmediato. Y se siente culpable por permitirse siquiera dejarlo asomar a su mente.

Desea con unas ganas enormes no pertenecer a este mundo, desea demasiado fuerte ser un alma libre, como las de aquellos indios salvajes que dicen cosas semejantes en las películas de vaqueros. Desea, aunque al mismo tiempo sabe, que no puede hacer realidad esos deseos.

Ese anhelo le inunda, le sobrepasa, hasta transformarse en una impotencia palpable, que le brota por todos los poros de su piel.

"She walks like Rihanna" de The Wanted, un grupo musical que le gusta, hace que esa sensación aumente a un doscientos por ciento. La música siempre le ha afectado más de lo normal.

Sabe, con demasiada certeza que todo lo que en esos instantes está pasando por su cabeza, se va a quedar en un mero sueño, en un simple deseo, en una sencilla e imposible quimera que se le escapa entre los dedos. Se siente pequeña, triste y, quizás se atrevería a calificar como resignada.

-Qué elegantes son los Audi…. - de repente dice una voz a su lado. -¿No te gustan?

- Yo lo que quiero es un coche para mí sola.

La cara del acompañante es un cuadro. No esperaba esa respuesta.

-¿Y para qué quieres tú un coche para ti sola?- indaga con curiosidad.

-Para viajar, para irme a ver mundo, para perderme….

-¿Sin mí?- suena preocupado y curioso.

A decir verdad, esa pregunta la deja sin palabras. Ni siquiera ha pensado en ningún tipo de compañía. En esos instantes no necesita a nadie. En esos momentos sólo se necesita a sí misma, consigo misma.

-A veces creo que necesito hacer ciertas cosas sola-  intenta responder sin ánimo de herir a nadie.

Silencio, de nuevo. "War zone" de One Direction, ahora en el aparato de música.

El sol sigue brillando, el mismo sentimiento sigue en el aire.

-Estos días tan bonitos…. Me ponen triste- afirma poniendo palabras a sus pensamientos. -  Me dan ganas de hacer tantas cosas…..

Se sorprende con unas ganas enormes de gritar, y, descubre que una lágrima ha asomado sin pretenderlo.

-¿También te dan ganas de llorar?- pregunta sin saber que realmente eso es lo que está sucediendo.

-Sí. -es lo único que se atreve a decir.

Y, de nuevo, vuelve a sumirse en esos pensamientos.