lunes, 12 de agosto de 2019

GRANDES PENSAMIENTOS


RESPIRA, SIENTE, VIVE…


Cómo me gustan esas noches de frío, con la nieve acechando, mientras el manto blanco cubre las colinas y los valles, mientras los ríos se hielan y los árboles se tiñen de níveo tono. Cómo me gusta, frente a un brillante fuego, sobre una mullida manta, en el suelo, recostarme y embelesarme en todas y cada una de sus formas cambiantes, hipnotizarme con su chasquido, ensimismarme con su luz, pensar en lo gélido del exterior y estremecerme aún más al sentir el calor del interior. Dirigir la mirada a través del ventanal, y, al mismo tiempo que el rubor enciende mis mejillas, imaginar el helor y retarle, desafiante, a entrar y tomar asiento junto a mí, conociendo, a sabiendas, su cobardía, y presumiendo de que todo lo que proporciona ese fuego es mío y sólo mío.

Cómo me gustan esas noches estrelladas, diminutos luceros salpicados aquí y allá, formando formas incontables, inimaginables, increíbles. Suave brisa de estío que invita a protegerse los hombros mientras, fascinada por sus luces, intento, en vano esfuerzo, conseguir una cifra exacta de su número. Imaginar cuántas vidas puede haber en ese infinito, hechizarme y seducirme el recuerdo de las múltiples leyendas que sobre esos soles se han contado, también al calor de un buen fuego. Espíritus de reyes, almas de bellas damas, energías de valerosos caballeros. Vislumbrar incluso un imperceptible movimiento entre ellas en un inexistente intento de trasladarse a mi antojo hacia un lugar u otro. Aletargarme mientras imagino aventuras entre los astros, en una nave espacial, surcando galaxias y descubriendo planetas.

Cómo me gustan esos atardeceres en la playa, frente al agua, mojándome ligeramente los pies, hasta los tobillos. Las olas yendo y viniendo, sin fin, y la arena resbalando entre mis dedos, buscando de nuevo el camino al mar. La vista, fija en el horizonte, distinguiendo distintas tonalidades de verde azulado a azul verdoso, pasando por el gris y el añil. Contrastar el anaranjado cielo con la tostada arena, ahora bailando con sombras y bailando ese eterno tango con el azul manto en movimiento. Sentir la brisa sobre mi piel, notar su caricia y estremecerme ante su conquista, dejarme provocar un escalofrío por la columna, su dócil y mimoso halago sobre mi cara y el susurro fusionado con el rompiente ante mis oídos.

Cómo me gustan los campos de verde hierba, salpicados por las encarnadas amapolas. Inmensas extensiones de verdor donde tenderse con los brazos extendidos, para así notar el suelo en todos los rincones del cuerpo. Sentirme rodeada del pasto, y allá en lo alto ver las nubes en sus infinitas formas paseando en pos del sol, que, más refulgente que nunca, se empeña en darle brillo y color a lo que se postra ante él. Escuchar el penetrante zumbido de las abejas y mariquitas, su ir y venir constante, al mismo tiempo que el gorjeo incesante de los pajarillos. Cerrar los ojos, vedar a la vista y ver con el resto de sentidos, imaginar, sentir, vivir las sensaciones.
Cómo me gusta la lluvia, a través de una ventana, contar todas las gotas y verlas resbalar por los cristales, seguir su recorrido hasta desvanecerse al unirse a otras muchas que inundan el vidrio. Abrir entonces la ventana, cerrar los ojos y escuchar su música, constante repiqueteo en los tejados, las hojas, la tierra, los charcos, incluso una gota contra otra.  Respirar su aroma, olor a humedad, a limpio, a puro, a tierra y a verde. Vislumbrar allá a lo lejos una luz, y convencerme que es un relámpago, contar los segundos, como en aquella película, hasta levantar los hombros al llegar el trueno y cerciorarme que, en realidad no asusta, que es bello, que, a más potente, más demuestra su poder y su dominio sobre la tierra, ahora inundada. Ver las burbujas que se forman en los charcos e imaginar que soy yo quién las explota. Y volver a inspirar, y volver al perfume a mojado.

Cómo me gusta respirar, sentir, oír, vivir…..



domingo, 26 de agosto de 2018

MELODÍAS PARA SOÑAR


AMOR SILENCIOSO


Déjame quererte en silencio, acariciar tu presencia

Déjame imaginarte toda, sin que el mundo tenga conciencia

Serás mi tesoro más preciado, mi paraíso, mi quimera

Seré tu caballero en la noche, el que paciente te espera

Déjame soñarte despierto, en un bar de madrugada

Embelesarme en tus ojos, ahogarme en tu mirada

Déjame navegar por tus mares, pasear por tus aguas

Formar parte de tu mente, afincarme en tu alma

Déjame quererte en silencio, embriagarme de tu abundancia

Déjame soñarte despierto, a pesar de la distancia.

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MELODÍAS PARA SOÑAR


PIENSA EN MÍ


Cuando te encuentres solo, sin nadie a quien explicar tus desdichas, sin alma alguna que comprenda tus inquietudes.
Cuando estés desesperado y sientas ganas de gritar, llorar y decirle al mundo que tu corazón estalla.
Cuando sientas que la vida y el mundo entero se confabulan en temible plan contra ti, y que los días ya no son días y las noches son macabras pesadillas.
Cuando necesites compartir tu dolor, tus desengaños, tus frustraciones.
Cuando los silencios sean estruendos y el dolor se te haga insoportable.
Cuando la llama del amor atraviese todo tu cuerpo y te libere buscar un cómplice de tus sentimientos.
Cuando te creas que los males son menos males en compañía, y las alegrías merecen la pena gritarlas al universo...
En todos esos momentos... 
Acuérdate de mí. 
Estoy aquí. 
Para ti.

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MELODÍAS PARA SOÑAR


MELODÍAS PARA SOÑAR


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GRANDES PENSAMIENTOS


ESCAPADA




Aún no sabía cómo ni cuándo había tomado la decisión, pero en aquellos instantes se encontraba en el aeropuerto, esperando un avión... y a alguien más.
Se había propuesto evadirse por un tiempo, ¿una semana?...¿quizá dos?, o puede que un mes. La cuestión es que necesitaba irse lejos, deshacerse por una temporada de su rutina, de sus responsabilidades, de la monotonía que le oprimía el alma, de sus propios sentimientos que, desde hacía ya, pululaban a su antojo, y la tenían en una constante contradicción. Le producían infinidad de instantes en los que se sentía vulnerable, impotente y, en definitiva, triste.
Así que tomó esa determinación de repente, un impulso al que no estaba acostumbrada dentro de su ordenada, estable y cuadriculadamente aburrida vida. Fue ese amigo, con el que hablaba de tanto en tanto, uno que destacaba entre los pocos demás, que a saber por qué razón hizo que acabase de decidirse y se embarcase en aquella aventura que estaba a punto de dar comienzo.
Impaciente, aguardaba en un extremo de la sala de espera, mirando ora a la puerta de embarque ora al otro lado de la sala, por dónde iban llegando los diferentes viajeros. Sentía cierto desasosiego, en parte producido por el hecho de aquel atrevimiento, y en parte, quizás en mayor medida, porque estaba a punto de comenzar unas "vacaciones en compañía". Y eso la ponía nerviosa.
Anunciaron su vuelo. En cuestión de minutos debía embarcar por la puerta 3. Esto la sobresaltó. Su acompañante aún no había aparecido. Y el pensar en que quizás se hubiese arrepentido empezó a cobrar forma en su mente.
Se encaminó hacia la puerta de embarque. Ya en la cola, volvió a dirigir su mirada hacia el otro extremo. Innumerables turistas iban y venían. Algunos hacia su mismo destino, otros hacia otros muchos desconocidos.
Entonces le vio.
Entonces respiró.
Sintió que todo volvía a su lugar. Aunque él no la divisó al principio, no tardaron en cruzar la mirada. Sonrieron. Y él caminó hacia ella.
Al llegar a su lado, dudaron. Cayeron en la cuenta de que, en realidad nunca se habían visto en persona, nunca habían notado contacto físico entre ellos, nunca se habían mirado a los ojos si no era a través de la pantalla de un ordenador, e incluso eso, también había sido poco frecuente.
Se quedaron paralizados unos instantes. Ninguno de los dos sabía el modo de saludarse, por primera vez, en directo.
Ella salió de ese estado catatónico en primer lugar y, con una sonrisa nerviosa, acercó su cara a la de él, para darle un par de besos en la mejilla. Se dio cuenta que era más alto de lo que se había imaginado, por lo que hubo de ponerse ligeramente de puntillas, al tiempo que él reaccionaba y se inclinaba hacia ella. 
De repente, notó una mano en su cintura. Tal y como tenía costumbre de saludarla!. Recordó que infinidad de veces se habían despedido de ese modo. "...Acércate...mano en la cintura...y beso.."...a veces casto y puro en la frente, otras algo más atrevido en los labios, e incluso, en alguna ocasión, se había aventurado a enviarle alguno en tono algo más lascivo. Todos habían sido bien recibidos y habían provocado una sonrisa y un sentimiento de bienestar que le encantaba.
Y en ese momento, era real. Se sentía turbada, emocionada y nerviosa.
Por fin, tras el último aviso de embarque, que les hizo volver a la realidad, subieron al avión.
Buscaron su asiento. Ella eligió ventanilla. A pesar de que el avión le causaba siempre respeto, una vez arriba, le gustaba mirar desde lo alto y ver el paisaje pequeñito allá a lo lejos. Era como ver un mapa en realidad.
Aunque en ese viaje estaba segura que no iba a mirar demasiado por la ventanilla, a pesar de que les quedaban siete horas por delante!.
El viaje fue muy entretenido. No hubo tiempo para aburrirse. Hablaron y hablaron, rieron y se explicaron mil cosas.
Incluso cuando anunciaron el inminente aterrizaje llegaron a pensar que el viaje había sido corto.
El aeropuerto  estaba a rebosar.
Playa bonita…Las Terrenas…Rep. Dominicana....
Los días que les esperaban allí solo auguraban momentos increíbles e inolvidables......


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domingo, 3 de abril de 2016

DIME...¿TE ESPERO O TE OLVIDO?


 Mil veces tengo la esperanza,
Y mil veces  se rompe en pedazos.
La incertidumbre vive conmigo,
La impotencia vive en mi regazo.

¿Dónde estás? ¿Dónde te escondes?
¿En qué lugar me estás esperando?
No hay respuesta a mi demanda,
Y aún, sin fuerzas, sigo anhelando.

De este  modo vuelan los días,
E igualmente viajan los años.
Todo igual, nada se mueve,
No existe para esto, apaño.

¿Por qué no das señales de vida?
¿Por qué ese silencio amargo?
¿No percibes mi desespero?
¿No ves en qué situación me hallo?

Tanta espera al final, consume.
Tanto sinvivir no es sano.
Quizá lo mejor es el olvido,
No padecer sufrimiento tirano.

Así  que adiós, que todo te vaya bonito.
Aun así, me despido llorando.
Pero ya no vuelvas, no me busques,
Porque creo que saldremos ganando.

Aunque fue una etapa dura,
Y parte de mí, contigo se ha quedado,
Ya no existes, has desaparecido,
Mi nueva vida ha empezado.



domingo, 17 de enero de 2016

EMANACIONES BALSÁMICAS


Le ocurrió sin previo aviso. De un día para otro su olfato cambió. Empezó a darle forma, color, dimensión y textura a todo aquello que se le introducía por los dos orificios.

En unos pocos días pasó de tener un simple y parco olfato, consecuencia de un catarro, a poseer la llave de todos los aromas.

Se le antojó que quizás había dado comienzo la terrible transformación en Jean-Baptiste Grenouille, en busca perpetua por calles y callejones de París del aroma perfecto, para hacerlo suyo, poseerlo, convertirlo en el tesoro de Gollum… ¿El aroma que gobernaría a todos?

Definitivamente, ¿empezaba a perder la cabeza?

Pero no era así. Y mucho menos se encontraba en París.

La pituitaria se había sensibilizado de tal modo que incluso había conectado estrechamente con aquella parte del cerebro que se dedicaba sin remuneración a lo que algunos han perdido ya y otros tienen en exceso. Lo que comúnmente recibe el nombre de imaginación.

Pero la transformación continuó en aumento. Aparte de visualizar parajes remotos, lugares sin descubrir y paisajes sin nombre, su apéndice empezó a dar notas de color a las personas, según el perfume, colonia o ungüento que se había aplicado aquella mañana.

Así, distinguía entre los perfumes fuertes de almizcle, algalia , mirra, resina de terebinto, típicos de los hombres que buscaban destacar, que marcaban territorio de conquistas profesionales; olor de cuero e inflexiones florales para aquellos que intentaban seducir; pachuli para embriagar, y las fragancias leves, simples de llevar, de perfumes afrutados, tranquilizantes, de vuelta a la infancia, demostrando frescura y dinamismo. Diferentes tipos y caracteres, distintos enfoques y ambiciones simple y llanamente definidos por un extracto bienoliente. Le resultaba tremendamente fácil de diferenciar, hecho que nunca hubiese imaginado algunos días antes.

Identificaba del mismo modo un perfume de alta costura, típico de aquellos que pretendían singularizarse, frente al amor por la dulzura del gusto y el olor, materializándose en aromas de vainilla, caramelo y leche.

Aprendía a valorar el ensalzamiento de la mujer en aquellas fragancias con carácter, mujeres sofisticadas y provocadoras, naturales y románticas, que expresaban su estado de ánimo y sus directrices en la vida con un simple conjunto de aromas que armonizaban grácilmente con su manera de vestir, de actuar, de comunicarse, revelando en todo momento su estilo de vida, frente a otras que rechazaban el perfume y se contentaban con aguas frescas, en su afán de suavidad y pureza, desenvolviéndose en una elegancia discreta que, en cierta manera seducía en gran medida.

Poiret, Chanel, Worth, Versace,  Lanvin, Dior, Patou… una retahíla de los grandes en aromas que, en la ignorancia y el anonimato de su mente se paseaban sin quererlo, provocándole sensaciones allá dónde pisaba.

Se volvió un erudito en olores, en aromas, en fragancias. Reconocía sin un atisbo de duda todo tipo de exaltaciones balsámicas, no había esencia que se escapase a su sofisticado apéndice, hasta el punto de que un par de sus otros sentidos,  vista y gusto, dejaron de tener importancia para él.

No tenía la necesidad de utilizar sus ojos, no precisaba de la vista para determinar lo que tenía delante, únicamente tenía que inspirar levemente para materializar, visualizar, representar y personificar lo que frente a él deambulaba.

Tampoco necesitaba el gusto, ni  siquiera alimentarse, le bastaba con los variados efluvios. La diversidad de emanaciones que a su alrededor ampliamente correteaban, eran sobrado sustento  para su cada vez más consumido cuerpo, nada proporcionado con su actual nariz.

Poco a poco su frecuencia de consumición de alimento fue disminuyendo, hasta llegar a ser nula. Al no sentir esa necesidad, resultaba una tarea bastante inútil engullir comida, y esto hizo que cada vez estuviese más débil, más endeble, más enfermizo.

El color de su piel cambió, se tornó, gris blanquecino, arrugado, marchito, estropeado y empezó a manifestar los lógicos efectos de la falta de alimentos en su cuerpo.

A pesar de esto, mantuvo su entusiasmo en la absorción de aromas, de fragancias. Perfeccionó su percepción de tal manera que al cabo de unos pocos días, la belleza de los aromas que absorbía, dejó su paso a un hedor putrefacto. El poder y la exaltación de los perfumes se veían superados por una persistente fetidez. Efluvios hediondos y pestilentes se convirtieron en un constante bajo su nariz.

No lograba comprender la razón por la cual los bellos olores habían desaparecido y ahora tomaban forma aquellos otros vahos tan desagradables y corruptos. Hasta que en un par de días, lo descubrió. Se percató que la proximidad de la hediondez. Para su sorpresa, el tufo fétido e inmundo provenía de él mismo, de su cuerpo, de su ser.

Se había ensimismado en tal medida en sobrevivir con los olores con los que topaba que no había tenido en cuenta que el cuerpo no se mantiene de perfume. Y la carne sucumbió, terminó, tocó a su fin y dio lugar al fenómeno natural de descomponerse. En unos minutos, cuerpo y mente acabaron.

Lo que nunca se supo fue, cómo su nariz, su apéndice olfativo, estaba en perfecto estado, como si estuviese viva, mientras que el resto de su cuerpo mostraba signos de haber fallecido hacía ya semanas.


miércoles, 16 de septiembre de 2015

MELODÍAS PARA SOÑAR



CAPRICHOSO DESEO


Descubrieron el deseo, siendo simples conocidos,
Y decidieron unánimemente llevar a cabo el cometido.
El apartamento de él finalmente eligieron,
Y sin perder un instante, ir allí decidieron,
Para consumar cuanto antes, ansia y sexo consentidos.

 Se amaron en silencio, latido a latido,
Viajaron por sus cuerpos desnudos, sin respiro.
Fueron todo pasión, lujuria y desenfreno,
Fundidos en uno solo, como candente hierro,
Volcán en erupción, erotismo encendido.

 Nunca tal sentimiento en la Tierra hubo existido,
Miradas, gestos, guiños, gran deseo compartido,
Fueron rivales y cómplices, protagonistas del juego,
Escalaron hasta la cima, para desplomarse luego,
Alcanzaron el éxtasis, inolvidable instante vivido.

 Tras los fuegos artificiales del deseo contenido,
El hombre cayó exhausto, sobre las sábanas rendido.
No así ocurrió con ella, hija del fuego eterno,
Planeando con detalle, alimentó su veneno
Aún conservaba fuerzas suficientes para el castigo.

 Aguardó silenciosa a saberle dormido,
Esperó, paciente, a que perdiera el sentido,
Tierna y delicada se acercó hasta su cuello,
Y sin tiempo a la reacción, le dejó sin resuello,
Disfrutando con sus dedos el preciado recorrido.

 No hubo apenas dolor, tan sólo un simple gemido,
La yugular se rasgó en mero contacto del colmillo
Encarnada ambrosía, elixir del averno,
Tras saciarse a su antojo del preciado alimento,
Le abandonó a su suerte, como a un animal abatido.

 Una víctima más a la que echar en olvido,
Le sirvió de sustento, alimento prohibido,
Mas la adicción de la fiera era buscar sangre y sexo,
Y en unas pocas horas de nuevo estuvo al acecho.
Estudiando a sus presas entre los desconocidos.