Diario de a bordo, año 3.264
“Sigo vagando sin rumbo fijo, aunque me niego
rotundamente a abandonar las inmediaciones de nuestro Sistema Solar. Algo de
mí, de mis seres queridos, de mi mundo, aún sobrevive en el negror del espacio.
Quizás no debería estar aquí, solo, en esta inmensa nave, que me recuerda que
únicamente quedo yo, solitario superviviente de nuestro propio suicidio. El
resto de la humanidad se deshizo, se desvaneció, simplemente desapareció del
universo, dejándome aquí, a merced de la soledad, la añoranza y el desconsuelo
de saber que nunca volveré a hablar con persona alguna. Nadie me espera, nadie
me llora, nadie me ama.
Mis días se consumen, en absoluta soledad. Ya no
tengo fuerzas para seguir soportándolo. El vacío que esta situación me provoca,
me carcome lentamente y, al mismo tiempo, me da fuerzas suficientes para darle
fin.
Aún sin esperanza, cada minuto sigo en contacto
con el planeta, pero sólo me devuelve un “sssshhhhh” continuo e inacabable. Ese
pitido sordo que se incrusta en mi cerebro y que me empuja aún más a poner
punto y final a este camino hacia la nada. El perpetuo devenir de mi persona
sobre la línea del tiempo finalizará en breve.
Y sigo oyendo ese “ssshhhhh”, vacío, monótono,
incisivo.
Con sólo pulsar un botón, el oxígeno del
compartimento del puesto de mando se extinguirá, y en pocos minutos se acabará
todo.
Con sólo pulsar un botón, el paso por el universo
de la vida humana se desvanecerá, dejando nula huella y un recuerdo inexistente
para criatura alguna.
Ahora nada me ata aquí, mi vida condenada a la
supervivencia en una nave espacial, sin futuro alguno, ya no tiene sentido.
Con este sentimiento de absoluta soledad, dejo el
legado de un diario, un escrito que nadie leerá, que vagará por el espacio, en
busca de nadie y que nadie ni siquiera interpretará.
Hace unos minutos que he oprimido ese botón y ya
empiezo a sentir la falta de oxígeno en mis pulmones. Sólo espero que sea
rápido e indoloro.
Me cuesta
respirar, y apenas puedo escribir las últimas letras. No hay más que decir. Me
echaré a esperar el fin de una era, de una cultura, de la humanidad, mientras
mis últimas bocanadas de vida dejan paso ya a ese único ssshhhhhhhh.”
Silencio. Todo vestigio
de vida humana sobre la faz de la Tierra, en todo el universo, deja de existir.
Más silencio.
El único sonido que rompe
el vacío es el constante pitido de la computadora y todos los demás mecanismos
de funcionamiento de la nave. Y ya, como parte integral del transbordador,
todavía se percibe el solitario contacto con el devastado planeta.
Sssshhhhhhhh
Ssssshhhhhhh
“Ssshhhhhhhhh……¿Alguien me oye? …..sssshhhhhhhhh.
…….Llamando desde la Tierra………..ssshhhhhhhhhh………Por
fin contactamos con alguien…………….. sssssshhhhhhh”.