Caminando por las llanuras de mis sueños, una noche te vi, allí estabas sobrevolando a las mariposas, a los pájaros y a las libélulas.
Intenté darte alcance, mas mis alas se hicieron pequeñas, diminutas, y no logré alzarme un centímetro del suelo.
Tú te elevaste más y más, viajaste hasta las estrellas que te recibieron con todo su fulgor.
Tras unos instantes retornaste, raudo y veloz, efímero te acercaste y, tras rozar con tus labios los míos, mágico e inolvidable lapso, volviste a elevarte, hacia el azul del cielo. Y, en constante prisa, desapareciste hacia otros mundos, los cuales visitaré, para, así, poder conseguir de nuevo un beso tuyo.
Un beso trae otro beso.
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