Me gustas cuando no dices nada. Cuando tu mirada es sólo eso, una mirada. Cuando tus labios, en perfecta armonía, se empeñan en mantenerse cerrados y vedan así tus palabras.
Me gustas cuando no dices nada. Cuando son tus ojos los que hablan, y me dicen lo que quiero oír, y me obligan a quererte aún más.
Me gustas cuando no dices nada, cuando tu boca dibuja una sonrisa pícara y provocas un vuelco en mi corazón.
Me gustas cuando no dices nada. Cuando tus ojos se concentran en los míos y me atraviesas cada vez que me miras. Cuando me ahogo en ti, cuando iluminas el firmamento.
Me gustas cuando no dices nada. Cuando el silencio es un te quiero a gritos, y cualquier sonido rompe ese instante. Cuando miras al horizonte, soñador.
Me gustas cuando no dices nada y me permites mirarte. Cuando ajeno a mi mirada, sonríes y cierras tus ojos. Cuando también los cierras y me amas.