Tras mucho pensarlo y esperando el momento apropiado, se armó de valor, dejó de lado miedos y temores y, cogiendo al toro por los cuernos, toro que anunciaba una embestida mortal, le arrinconó en la habitación y le formuló la pregunta del millón.
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¿Tú me quieres?
Él, tomando aire, bajó la mirada y comenzó su réplica,
mientras ella, a duras penas sujetaba su corazón dentro de su pecho.
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Buena pregunta. Pero la respuesta es algo más
compleja que un sí o un no.
Si quererte significa desear estar contigo
inacabables momentos…sí, te quiero. Si es desear profundizar en caricias,
sentir tu cuerpo, anhelar tu contacto y querer conservar tu aroma… sí, te
quiero. Si te refieres a si me gusta explicarte vivencias, reírme contigo, bromear
contigo, jugar contigo, en todos los
aspectos… sí, te quiero.
Pero decirte “te quiero”, creo que implica
más que eso, es un compromiso de sentimientos y deseos que no puedo asumir. Al
menos no en este instante.
Decirte “te quiero” significa romper al
ciento por ciento con mi vida actual. Es dedicarme en cuerpo y alma a ti. Es
nacer para ti.
No voy a decirte un “te quiero” a pedazos.
No lo voy a hacer a plazos. No quiero hacerlo. Y, lo último que pretendo es
hacerte daño diciéndote que no es así, porque tampoco sería cierto.
De modo que, viéndome incapaz de darte una
respuesta clara y concisa, al contrario, una respuesta con diversidad de
matices, la pregunta que me formulas, prefiero dejarla sin respuesta.
Cuando pronunció su última palabra, se
sintió débil, muy débil. Y se desplomó sin aliento, en el suelo embaldosado,
ante la mirada atónita de ella.
No pudo articular ni una palabra más. Quedó
en silencio, un silencio ensordecedor. Tan solo
intercambiaron miradas vacías. Ambos supieron en ese instante que esas
miradas eran el reflejo del fin de lo que un día hubo pero dejó de existir. Se
había desvanecido, se les había escapado, como se escapa un puñado de arena
entre los dedos.
Profund,molt profund.A mi també s'ha m'escapa
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