Hacía días que no comía,
El trabajo era su
obsesión,
Sus tripas como leones
rugían,
Pero continuaba con su
afición.
Su estómago, sustento
suplicaba,
Sus músculos, proteínas,
por Diós,
Los intestinos, de
hambruna saltaban,
Todo el cuerpo preparaba una
rebelión.
Células y órganos idearon
una revuelta,
Todos a una, incluido el
corazón.
Lástima, el hombre no
estaba alerta,
Y tarde era ya cuando se
percató.
Tras una discutida
asamblea,
Decidieron calmar su
necesidad,
Y aunque la cosa pintaba
muy fea,
Lo que primaba era
tragar.
Empezaron poquito a poco,
Para a su amo poder
despistar
Pero, en seguida, se
volvió como loco,
Cuando aquella comezón
empezó a notar.
Todas las células a ritmo
tragaban,
Sus necesidades habían de
cubrir,
Por todas partes mordiscos
le daban,
Era un dolor difícil de
resistir.
En un par de horas, todo
era finito,
El hambre es muy mala, ya
lo digo yo.
El gran hombre antes, se
quedó en hombrecito,
Y, por arte de magia,
todo entero, desapareció.
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