miércoles, 16 de septiembre de 2015

CAPRICHOSO DESEO


Descubrieron el deseo, siendo simples conocidos,
Y decidieron unánimemente llevar a cabo el cometido.
El apartamento de él finalmente eligieron,
Y sin perder un instante, ir allí decidieron,
Para consumar cuanto antes, ansia y sexo consentidos.

 Se amaron en silencio, latido a latido,
Viajaron por sus cuerpos desnudos, sin respiro.
Fueron todo pasión, lujuria y desenfreno,
Fundidos en uno solo, como candente hierro,
Volcán en erupción, erotismo encendido.

 Nunca tal sentimiento en la Tierra hubo existido,
Miradas, gestos, guiños, gran deseo compartido,
Fueron rivales y cómplices, protagonistas del juego,
Escalaron hasta la cima, para desplomarse luego,
Alcanzaron el éxtasis, inolvidable instante vivido.

 Tras los fuegos artificiales del deseo contenido,
El hombre cayó exhausto, sobre las sábanas rendido.
No así ocurrió con ella, hija del fuego eterno,
Planeando con detalle, alimentó su veneno
Aún conservaba fuerzas suficientes para el castigo.

 Aguardó silenciosa a saberle dormido,
Esperó, paciente, a que perdiera el sentido,
Tierna y delicada se acercó hasta su cuello,
Y sin tiempo a la reacción, le dejó sin resuello,
Disfrutando con sus dedos el preciado recorrido.

 No hubo apenas dolor, tan sólo un simple gemido,
La yugular se rasgó en mero contacto del colmillo
Encarnada ambrosía, elixir del averno,
Tras saciarse a su antojo del preciado alimento,
Le abandonó a su suerte, como a un animal abatido.

 Una víctima más a la que echar en olvido,
Le sirvió de sustento, alimento prohibido,
Mas la adicción de la fiera era buscar sangre y sexo,
Y en unas pocas horas de nuevo estuvo al acecho.
Estudiando a sus presas entre los desconocidos.



 

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