"Que nunca te falte un proyecto que realizar, algo que aprender, un lugar a dónde ir... y alguien a quién amar".
lunes, 30 de diciembre de 2013
SINCERIDAD
Tras mucho pensarlo y esperando el momento apropiado, se armó de valor, dejó de lado miedos y temores y, cogiendo al toro por los cuernos, toro que anunciaba una embestida mortal, le arrinconó en la habitación y le formuló la pregunta del millón.
-
¿Tú me quieres?
Él, tomando aire, bajó la mirada y comenzó su réplica,
mientras ella, a duras penas sujetaba su corazón dentro de su pecho.
-
Buena pregunta. Pero la respuesta es algo más
compleja que un sí o un no.
Si quererte significa desear estar contigo
inacabables momentos…sí, te quiero. Si es desear profundizar en caricias,
sentir tu cuerpo, anhelar tu contacto y querer conservar tu aroma… sí, te
quiero. Si te refieres a si me gusta explicarte vivencias, reírme contigo, bromear
contigo, jugar contigo, en todos los
aspectos… sí, te quiero.
Pero decirte “te quiero”, creo que implica
más que eso, es un compromiso de sentimientos y deseos que no puedo asumir. Al
menos no en este instante.
Decirte “te quiero” significa romper al
ciento por ciento con mi vida actual. Es dedicarme en cuerpo y alma a ti. Es
nacer para ti.
No voy a decirte un “te quiero” a pedazos.
No lo voy a hacer a plazos. No quiero hacerlo. Y, lo último que pretendo es
hacerte daño diciéndote que no es así, porque tampoco sería cierto.
De modo que, viéndome incapaz de darte una
respuesta clara y concisa, al contrario, una respuesta con diversidad de
matices, la pregunta que me formulas, prefiero dejarla sin respuesta.
Cuando pronunció su última palabra, se
sintió débil, muy débil. Y se desplomó sin aliento, en el suelo embaldosado,
ante la mirada atónita de ella.
No pudo articular ni una palabra más. Quedó
en silencio, un silencio ensordecedor. Tan solo
intercambiaron miradas vacías. Ambos supieron en ese instante que esas
miradas eran el reflejo del fin de lo que un día hubo pero dejó de existir. Se
había desvanecido, se les había escapado, como se escapa un puñado de arena
entre los dedos.
AL FILO DE UNA CARICIA
Ese odio tomó forma, e incluso, físicamente transformó a su
poseedora. Su sonrisa se volvió maléfica, maquiavélica y desafiante. Y su mirada dejó de ser dulce y
angelical para tornarse penetrante y maligna.
Trazó su plan. Acabaría con él. Aunque para ajenos se
antojase excesivo y desorbitado, para ella era justo, preciso y de ley.
Meditó su plan, con detalle, incluso con cierta
satisfacción, y, cuando llegó el día, tras proveerse de un sencillo cuchillo
del cajón de la cocina, se encaminó hacia la tienda de ultramarinos donde él
trabajaba y pasaba la mayor parte del día.
Disfrazó su semblante con una máscara angelical y penetró en
el establecimiento.
Él, ajeno a lo que en breve iba a acontecer, le dedicó su
mayor sonrisa y, raudo, dejó lo que estaba haciendo, para acercarse a la que
era objeto de su más primitiva pasión. El mero hecho de sentirla cerca,
despertaba en él unos sentimientos algo lascivos y debía hacer esfuerzos para
no dejarse llevar.
Se colocó de inmediato a su lado. Afortunadamente, en ese
instante no había clientes. Era algo tarde ya, y sólo los de última hora podrían
aparecer, aunque era probable que no fuese así. Este hecho enervaba aún más su
masculinidad y su deseo hacia ella, que, por el contrario, se mantenía fría y
calculadora, apretando enérgicamente el cuchillo con su mano en el interior del
bolsillo del abrigo. Solamente debía extraer su mano y apretarla contra el
cuerpo de él. Estaba a escasos centímetros de ella en ese momento. Ni siquiera
se percataría de lo que estaba pasando . Y la hoja se incrustaría en su cuerpo
acabando para siempre con su vida.
Pero ocurrió algo impredecible, algo que nunca hubiera
pensado que le daría la vuelta a todo.
Excitado como se encontraba, y acrecentado por la proximidad
de ella, no puedo evitar apartarle el oscuro pelo que le descansaba sobre su
hombro, para dejar a la vista un níveo cuello que le suplicaba su contacto. En
décimas de segundo y, sin tiempo a reaccionar, sus labios encontraron la piel y
un escalofrío recorrió todo el cuerpo de la mujer, hasta sus dedos, que, como
por arte de magia, rechazaron el cuchillo fuera de su dominio. Su mente se
nubló, su odio se desvaneció. Cerró los ojos y un nuevo temblor viajó por su
ser mientras él continuaba recorriendo su cuello con los labios, suave,
lentamente, con una ternura exagerada, con un deseo incontrolable.
¿Dónde estaba ahora aquel ímpetu de acabar con él? Había
desaparecido, dejando su paso a aquel amor que había sentido tan sólo unos días
antes, aquella pasión que en ningún momento desapareció, que permaneció al
acecho, a la espera del detonante.
Sus armas de defensa no surtieron efecto. Su coraza cayó
estrepitosamente al suelo de aquella tienda y, entre beso y beso, se
encaminaron a la trastienda, donde la pasión encontró su libertad y ambos se
abandonaron al frenesí.
viernes, 27 de diciembre de 2013
AMAR EN SILENCIO
Amar en silencio, ¿es eso amor?
No poder gritarlo al viento, haberlo de callar.
Él confuso, le pidió una definición.
Ella, complaciente, se la dispuso a dar.
Pero aunque se trate de uno solo de los dos,
Aunque todo lo sentido sea unidireccional,
¿Acaso no se inunda de armonía el corazón?
¿Y se sienten mariposas, no es verdad?
En ese amar en el que no hay razón,
En el querer en el que el todo es desigual,
Se concentra tal cantidad de pasión,
Que, en ocasiones, compensa la gran crueldad.
Provoca innumerables brotes de imaginación,
Proporciona muchos instantes de felicidad,En la mente, como un único rincón,
Todo es posible, todo se vuelve real.
No le tienes, no te tiene, eso no.
Pero no siempre en la ignorancia hay crueldad.A veces te ayuda a vivir, a ser una persona mejor,
Mucho más que transmitir aunque no se haga realidad.
Vives sueños, utopías, con ilusión.
Te sumerges en un mundo paranormal.Es tan bello y te inunda de tal dulzor,
Que hay veces en que huyes de que se haga real.
Amar en silencio, no es buena solución
Y ya se sabe que no es la manera ideal,¿Pero debemos escapar del amor de Platón?
¿Debemos cerrarnos a esa manera de amar?
No propongo el silencio como única opción,
Ni un amor en la clandestinidad.Sino que enaltezco la valentía y el valor,
De, en completo silencio, ser capaz de amar.
lunes, 23 de diciembre de 2013
miércoles, 13 de noviembre de 2013
SHHHHHHHH......
Diario de a bordo, año 3.264
“Sigo vagando sin rumbo fijo, aunque me niego
rotundamente a abandonar las inmediaciones de nuestro Sistema Solar. Algo de
mí, de mis seres queridos, de mi mundo, aún sobrevive en el negror del espacio.
Quizás no debería estar aquí, solo, en esta inmensa nave, que me recuerda que
únicamente quedo yo, solitario superviviente de nuestro propio suicidio. El
resto de la humanidad se deshizo, se desvaneció, simplemente desapareció del
universo, dejándome aquí, a merced de la soledad, la añoranza y el desconsuelo
de saber que nunca volveré a hablar con persona alguna. Nadie me espera, nadie
me llora, nadie me ama.
Mis días se consumen, en absoluta soledad. Ya no
tengo fuerzas para seguir soportándolo. El vacío que esta situación me provoca,
me carcome lentamente y, al mismo tiempo, me da fuerzas suficientes para darle
fin.
Aún sin esperanza, cada minuto sigo en contacto
con el planeta, pero sólo me devuelve un “sssshhhhh” continuo e inacabable. Ese
pitido sordo que se incrusta en mi cerebro y que me empuja aún más a poner
punto y final a este camino hacia la nada. El perpetuo devenir de mi persona
sobre la línea del tiempo finalizará en breve.
Y sigo oyendo ese “ssshhhhh”, vacío, monótono,
incisivo.
Con sólo pulsar un botón, el oxígeno del
compartimento del puesto de mando se extinguirá, y en pocos minutos se acabará
todo.
Con sólo pulsar un botón, el paso por el universo
de la vida humana se desvanecerá, dejando nula huella y un recuerdo inexistente
para criatura alguna.
Ahora nada me ata aquí, mi vida condenada a la
supervivencia en una nave espacial, sin futuro alguno, ya no tiene sentido.
Con este sentimiento de absoluta soledad, dejo el
legado de un diario, un escrito que nadie leerá, que vagará por el espacio, en
busca de nadie y que nadie ni siquiera interpretará.
Hace unos minutos que he oprimido ese botón y ya
empiezo a sentir la falta de oxígeno en mis pulmones. Sólo espero que sea
rápido e indoloro.
Me cuesta
respirar, y apenas puedo escribir las últimas letras. No hay más que decir. Me
echaré a esperar el fin de una era, de una cultura, de la humanidad, mientras
mis últimas bocanadas de vida dejan paso ya a ese único ssshhhhhhhh.”
Silencio. Todo vestigio
de vida humana sobre la faz de la Tierra, en todo el universo, deja de existir.
Más silencio.
El único sonido que rompe
el vacío es el constante pitido de la computadora y todos los demás mecanismos
de funcionamiento de la nave. Y ya, como parte integral del transbordador,
todavía se percibe el solitario contacto con el devastado planeta.
Sssshhhhhhhh
Ssssshhhhhhh
“Ssshhhhhhhhh……¿Alguien me oye? …..sssshhhhhhhhh.
…….Llamando desde la Tierra………..ssshhhhhhhhhh………Por
fin contactamos con alguien…………….. sssssshhhhhhh”.
MAKE A MEMORY
Suena tenue la batería, inicio de lo que se deja acontecer. Lentamente dejo lo que estaba haciendo, me abandono a la intensidad de los acordes que, en seguida, vienen acompañados de una voz masculina, viril, tierna y profunda. El gran éxito de la banda estadounidense provoca que todos los sentidos tomen forma, que un gran vacío crezca en mi interior, que la añoranza retorne a mi alma.
Mi corazón disminuye de tamaño y sorprendentemente, siento este acontecimiento, lo percibo como si la vista me permitiera observarlo. La gran ausencia, en contrapartida, ocupa el hueco desalojado.
…IF
YOU DON´T KNOW IF YOU SHOULD STAY
IF YOU DON´T SAY WHAT´S ON YOUR MIND
BABY JUST BREATHE
THERE´S NO WHERE ELSE TONIGHT WE SHOULD BE
YOU WANT TO MAKE A MEMORY…
IF YOU DON´T SAY WHAT´S ON YOUR MIND
BABY JUST BREATHE
THERE´S NO WHERE ELSE TONIGHT WE SHOULD BE
YOU WANT TO MAKE A MEMORY…
Mi respiración se vuelve entrecortada. Existe una opresión en mi pecho que provoca la primera lágrima. Me pregunto qué es lo que debe tener esa canción. Quisiera saber qué es lo que produce en mi interior que hace que me olvide de todo lo que me rodea, de todo lo que existe, del mundo en toda su extensión. Hace que todo gire en torno a lo mismo. Pretende centrar toda mi atención en un único motivo.
…IF
YOU DON´T KNOW I´LL UNDERSTAND
IF YOU STAY, HEY, I´VE GOT A PLAN
YOU WANT TO MAKE A MEMORY
YOU WANT TO STEAL A PIECE OF TIME
YOU CAN SING A MELODY TO ME
AND I CAN WRITE A COUPLE LINES
YOU WANT TO MAKE A MEMORY…
IF YOU STAY, HEY, I´VE GOT A PLAN
YOU WANT TO MAKE A MEMORY
YOU WANT TO STEAL A PIECE OF TIME
YOU CAN SING A MELODY TO ME
AND I CAN WRITE A COUPLE LINES
YOU WANT TO MAKE A MEMORY…
Continúo oyendo a Jon entonando los últimos versos de la canción, y el recuerdo me inunda, me sobrepasa, brota de mí, emerge sin remedio, como un volcán. El sentimiento es muy intenso, y la segunda lágrima se deja asomar.
Eres tú. Esa canción eres tú.
martes, 15 de octubre de 2013
lunes, 14 de octubre de 2013
VI LLOVER
Esa tonadilla de la conocida canción de hace unas décadas, le había llamado
la atención siempre. Se imaginaba los sentimientos de esa situación, duros,
afilados, impotentes. Aunque jamás pudo pensar que esos mismos
pensamientos serían de su propiedad
algún día. Y, aún, reticente a creerlo, ese día, oscuro y gris, había llegado.
Llovía, allí afuera. Pero al mismo tiempo llovía dentro también. Lo que
sentía en esos momentos, después de largos días de silencios y de callados
gritos contenidos, comenzaba a desbordar por todos y cada uno de los poros de su piel. Su aguante,
sereno y fuerte, en un principio, su muralla, su coraza, aquella que la
mantenía a salvo de todo, se rompía, en cuestión de segundos. Se sorprendió
mirándola, hecha añicos en el suelo de la habitación, mojándose sin líquido
alguno, por el reflejo de las gotas de lluvia en el cristal de la ventana.
Se convirtió en vulnerabilidad pura, en deseo imperioso, tantas horas le
había echado de menos y se acumulaban en un único instante, ese mismo instante.
Lo que su cuerpo le anhelaba era el contacto, ya no un simple recuerdo, ya no
unas palabras al oído. Necesitaba su piel, su tacto, su olor, sus labios.
Presa de la desesperación, dejó de mirar por la ventana, volvió la cabeza,
hacia el interior de la habitación. Allí estaba la cama. Lugar donde tantas
veces habían pasado largas horas. Muda cómplice de tantos sentimientos, deseos,
placeres y pasiones. Ahora, vacía, inerte, sola. Le suplicaba un instante más,
un momento más, un episodio más.
Como movida por un resorte invisible, se dirigió hacia ella. Y, lentamente,
como si su vida dependiera de ello, se sentó, despacio, en cámara lenta, como
sintiendo cada uno de sus movimientos.
Se recostó, también muy despacio. El techo, en la penumbra, reflejaba
sombras dantescas de la lluvia en la ventana.
Progresivamente se abandonó a la imaginación. Dejó de estar sola en la
cama. Allí estaba él, por última vez. Con su torso desnudo, la observaba mientras
con sus manos recorría todo el contorno de su cuerpo, lenta y
parsimoniosamente, apenas rozando su piel con la yema de los dedos,
deteniéndose en algunos tramos, describiendo círculos concéntricos, para luego,
tras unos instantes, reanudar su trayectoria hacia el otro extremo.
Su respiración empezó a entrecortarse. Evidentemente, el contacto con su
mano no pasaba inadvertido, y la inquietud provocó el placer, y luego el deseo.
Los preliminares dieron paso a temas profundos y se sorprendió desnuda, encima
de las sábanas, junto a él, desnudo su cuerpo también, abrazados hasta lo
imposible, unidos en extremo, sintiéndose palmo a palmo, centímetro a
centímetro, sin dejar un hueco entre piel y piel. Sentía su calor, su
respiración, su excitación, su sentir. Sus manos, envolviendo su cuerpo le
proporcionaban la seguridad y el calor necesario para experimentar una paz
inmensa. Paz que contrastaba en desmedida con la exaltación de todos los
sentidos, con la entrega sin límite, sin medida, sin final.
Permaneció en ese estado durante largo rato, en éxtasis.
Al cabo de quién sabe cuánto, volvió a la realidad. Se sintió plena, pero
la fría y cruda realidad le devolvió una cama vacía, gélida. Abrazada a la
almohada, aún se atrevió a permanecer unos minutos más, como para intentar
incrustar aquellos instantes vividos en su mente, grabarlos en piedra,
cicatrizarlos en su piel.
Después se incorporó y se dirigió a la ventana de nuevo. Seguía lloviendo
fuera. Seguía lloviendo dentro. Aún así, se consoló pensando que, aunque fue en
su imaginación, le había vuelto a tener, a vivir, a sentir. Y, mirando hacia el
exterior, sin ver, retornó a la mente,
de nuevo, la tonadilla de aquella canción….
lunes, 9 de septiembre de 2013
viernes, 6 de septiembre de 2013
A FUEGO LENTO
Esta noche, gran noche oscura
Haremos realidad un anhelo
Quiero que me ames con locura
Y yo colmaré tu deseo.
Ansío sentirme amada,Que beba de mí tu cuerpo
Despertarme de madrugada
Y notar el latido en tu pecho.
Labios con labios, piel con piel,
Recórreme por completo
Sintiendo que entre tus brazos
Existe el amor eterno.
Al compás de esa melodía,
Suaves tonos, ritmo lento,
Acaríciame, bésame, ámame,
Por favor, alivia mi tormento.
Sentiremos el volcán que ruge,
Conteniéndolo con dulce esfuerzo,
Deseando todo tu ser,
Entregándote mi cuerpo entero.
Hoy necesito amarte
Ofrecerte mi ser al completo,
Notar cómo te abandonas
Y te rindes a ese deseo.
Conducirte hasta el mismo límite,
Para así enfriarte luego
Juguetear con nuestras manos
Y apagar todo ese fuego.
Excitarte y provocarte,
Erotismo al ciento por ciento,
Elevar la adrenalina,
Y mantener así el juego,
Un juego que no tiene reglas,
No existen normas ni secretos,
Recreándonos muy despacio
Eternizando ese momento.
No mediaremos palabra,
Seremos un solo cuerpo,
Dos personas que se aman,
Se aman a fuego lento.
miércoles, 24 de julio de 2013
AMANTES FUGACES
Las nubes, celosas, intentaban impedir,
en vano, el inminente y apasionado encuentro entre el fogoso astro rey y la dulce y enigmática luna.
La breve unión fue inevitable y, de nuevo, como en cada ocaso desde el principio de los tiempos, fugaz reencuentro y veloz despedida, fueron cuestión de minutos, y los amantes se resignaron a aguardar veinticuatro horas más para apenas acariciarse mútuamente otra vez....
en vano, el inminente y apasionado encuentro entre el fogoso astro rey y la dulce y enigmática luna.
La breve unión fue inevitable y, de nuevo, como en cada ocaso desde el principio de los tiempos, fugaz reencuentro y veloz despedida, fueron cuestión de minutos, y los amantes se resignaron a aguardar veinticuatro horas más para apenas acariciarse mútuamente otra vez....
jueves, 4 de julio de 2013
NECESIDAD
Sumergido en un mar de confusiones, viajando perenne entre infinidad de estrellas desconocidas, navegando entre un sinfín de indecisiones... tan sólo el auténtico, arraigado y profundo anhelo atisbó la brillante luz y únicamente dos solitarias palabras se dejaron escapar desde lo más recóndito de su corazón:
"Quédate conmigo"....
Y el silencio volvió a inundar aquel campo de lágrimas contenidas y sentimientos de culpabilidad.
"Quédate conmigo"....
Y el silencio volvió a inundar aquel campo de lágrimas contenidas y sentimientos de culpabilidad.
VENGANZA
Tres segundos bastaron para percatarse de aquellos ojos que le observaban desde la maleza. Tres segundos y el viaje de la vida recorrió su mente fría. Tres segundos resignados para darse cuenta que no había vuelta atrás, vivir o morir, dependía de un instante, aquella décima de segundo de la que no disponía, era crucial para el desenlace de una larga búsqueda, que , sorprendentemente había llegado a su fin.
Aquellos ojos asesinos le habían perseguido día y noche durante largo tiempo, acechando, perturbando e inquietando sus instantes de vigilia, sus intranquilos sueños y sus casi inexistentes descansos. Aquellos ojos, los ojos de la bestia, que ahora le anunciaban su muerte, sin tregua, paradójicamente le recargaban de valor.
Y sin pensarlo un instante, blandió su espada con gran coraje y atacó...sin dar pie a la reacción, sin regalar la satisfacción de una réplica. Hundió la cortante hoja en el musculoso cuerpo de la alimaña y erradicó, de ese modo, al que le había robado la paz, al que le había arrebatado a su hija, a su esposa, cobardemente, mientras dormían, de entre las sábanas de sus aposentos.
Tras la venganza...respiró profundamente. Su misión había finalizado. Y se retiró a las montañas, donde nadie , nunca ,volvió a oir hablar de él.
Únicamente los ancianos, al calor del fuego, en los fríos inviernos, disfrutan explicando a los infantes, epopeyas sobre un montaraz que recorre el territorio, acompañado siempre de su hoja deslumbrante, en las noches de luna llena.
Aquellos ojos asesinos le habían perseguido día y noche durante largo tiempo, acechando, perturbando e inquietando sus instantes de vigilia, sus intranquilos sueños y sus casi inexistentes descansos. Aquellos ojos, los ojos de la bestia, que ahora le anunciaban su muerte, sin tregua, paradójicamente le recargaban de valor.
Y sin pensarlo un instante, blandió su espada con gran coraje y atacó...sin dar pie a la reacción, sin regalar la satisfacción de una réplica. Hundió la cortante hoja en el musculoso cuerpo de la alimaña y erradicó, de ese modo, al que le había robado la paz, al que le había arrebatado a su hija, a su esposa, cobardemente, mientras dormían, de entre las sábanas de sus aposentos.
Tras la venganza...respiró profundamente. Su misión había finalizado. Y se retiró a las montañas, donde nadie , nunca ,volvió a oir hablar de él.
Únicamente los ancianos, al calor del fuego, en los fríos inviernos, disfrutan explicando a los infantes, epopeyas sobre un montaraz que recorre el territorio, acompañado siempre de su hoja deslumbrante, en las noches de luna llena.
sábado, 8 de junio de 2013
UN FUGAZ SEGUNDO
Me gusta ese segundo efímero y fugaz en el momento de interrumpir el sueño por la mañana, sea gracias al estridente despertador, sea por el insistente y monótono run run de las tórtolas zuritas, en el exterior, o simplemente debido a una voz o un rumor de los vecinos. Ese instante en el que paso del mundo onírico al real y en ese instante en el que, asombrosamente no existe nada, sólo una transición, un no ser y un ser, un volar y un caer, un soñar y un tomar conciencia de la existencia. Sin preocupaciones, sin problemas, sin pensamientos de ningún tipo. Sólo percatarse de que estoy viva y de que un nuevo día ha dado comienzo.
Ese momento, ese fugaz segundo, de incalculable valor, lo disfruto día a día, décima a décima, momento a momento.
Y tras esa sesión de éxtasis descubro, de nuevo, que la vida sigue, con sus alegrías y sus penas, con sus problemas y sus satisfacciones...Y entonces también me alegro de estar viva y de poder disfrutar de una nueva jornada.
jueves, 9 de mayo de 2013
SIMPLEMENTE UN BESO…
Caminando por las llanuras de mis sueños, una noche te vi, allí estabas sobrevolando a las mariposas, a los pájaros y a las libélulas.
Intenté darte alcance, mas mis alas se hicieron pequeñas, diminutas, y no logré alzarme un centímetro del suelo.
Tú te elevaste más y más, viajaste hasta las estrellas que te recibieron con todo su fulgor.
Tras unos instantes retornaste, raudo y veloz, efímero te acercaste y, tras rozar con tus labios los míos, mágico e inolvidable lapso, volviste a elevarte, hacia el azul del cielo. Y, en constante prisa, desapareciste hacia otros mundos, los cuales visitaré, para, así, poder conseguir de nuevo un beso tuyo.
jueves, 25 de abril de 2013
FUERA DE UNO MISMO
Pretendía tener una visión onírica, de su propia aventura. Esto requería bastante esfuerzo por su parte, ya que era complicado discernir los sentimientos y las sensaciones vistas exteriormente y experimentarlas, al mismo tiempo, internamente.
En una ocasión imaginó la escalada a un volcán, en inminente erupción. Se vio llegando al mismo borde del cráter, en el instante en que la tierra rugía y vomitaba todas sus entrañas. Obviamente, el magma cubrió su cuerpo y él se observó momento a momento, hasta quedar calcinado del todo. Le resultaba excitante esa sensación.
Esta extravagante costumbre, algo macabra en ocasiones, aumentó paulatinamente, según avanzaban los días, hasta tal punto que dejó de relacionarse con el mundo. Apenas dormía, apenas comía, apenas vivía.
Todo su tiempo lo dedicaba a ese estado de éxtasis, en el cual se evadía de todo lo terrenal.
La concentración y ensimismamiento era tal que, en algunas ocasiones, tuvo serios problemas para desconectar del sueño y volver a la realidad, con el agravante de sufrir la suerte de su “yo” protagonista.
Su gran aventura tuvo lugar en la nave espacial de unos extraterrestres, de quién sabe qué lejano planeta. Se vio en una camilla, tras haber sido objeto de una abducción. Envuelto en ropajes blancos, rodeado de paredes blancas, luces blancas, e incluso pequeños hombrecillos también blancos. Luchaba por desasirse de una especie de grilletes fotovoltaicos en muñecas, tobillos y cuello, que le mantenían inmóvil, mientras uno de aquellos seres, blandiendo un instrumento en una de sus cinco extremidades, a modo de pistola, le inyectaba algún tipo de chip localizador, inhibidor o estimulador, en el interior de su antebrazo izquierdo, dejándole una generosa marca rojiza de forma romboidal. Al mismo tiempo, subcutáneamente, se distinguía un mecanismo esférico, con una tenue luz intermitente de color violeta. El dolor que sintió al ser inoculado hizo que su yo exterior emitiese un grito del mismo calibre que el protagonista.
Llegado a este punto, como si de un ritual se tratase, decidía abandonar la aventura, mas le fue del todo imposible. Por más que intentó salirse del personaje, seguía tumbado en aquella camilla, luchando por desatarse y huir de allí.
De repente, aquellos alienígenas se pusieron nerviosos, corrían de un lado a otro. Las paredes de la nave comenzaron a agrietarse y en unos pocos segundos, explotó.
Sintió un dolor punzante en el pecho. Creyó que no saldría de aquello. Y, de pronto, en medio de aquel ruido ensordecedor, del fuego y el humo y los mil pedazos de la nave, se quedó todo en silencio.
Se sorprendió, sentado en el salón de su casa, sin rastro alguno de nave, extraterrestres ni explosión.
Se alegró de haber vuelto. Y empezó a plantearse el seguir con la práctica de esa extravagancia. Empezaba a ser peligroso, además de extremadamente real. Ahora lo sentía en su propia piel.
En estas cavilaciones estaba cuando notó un pinchazo en su brazo. Buscó la procedencia de ese dolor y descubrió, para su asombro una marca, rojiza, romboidal, en su antebrazo izquierdo. Además, por debajo de la piel se iluminaba una pequeña luz intermitente de color violeta.
miércoles, 24 de abril de 2013
DESDE EL OTRO LADO (III)
En el escaparate de aquella vieja tienda podía ver a todos los niños que, deseosos por casi todo lo que le rodeaba en aquel lugar, apretaban sus naricillas contra el cristal. Con los ojitos desmesuradamente abiertos, escudriñaban cada rincón, mostrando sorpresa, admiración e ilusión, demostrando abiertamente el desea de poseer a cualquiera de sus compañeros y compañeras.
Cómo desearía poder salir de aquel lugar con uno de ellos. Desde el primer día es lo que había soñado. Mas no llegaba ese momento.
La mayoría de aquellos ávidos observadores desaparecían al cabo de unos minutos, algunos jugueteando, otros a regañadientes, de la manos de sus mamás. Y el cristal volvía a quedarse vacío, hasta una nueva oleada de infantes.
No fue hasta pasado un tiempo que llegó su momento. Justamente aquel día que oyó al dueño comentarle a la dependienta que iba a ser retirada del escaparate.
Cuando la tristeza y resignación ocupaban todo su ser, se percató que en el cristal, frente a ella, mirándole con unos ojos ilusionados y mostrando una sonrisa de oreja a oreja, había un niño. No debía tener más de ocho años, pero sus ojos no se apartaban de ella.
Tras decirle algo a quien debía ser su padre, desaparecieron de su campo de visión, para dirigirse a la puerta de entrada a la tienda.
Ding, ding ding, ding. Aquel sonido al entrar, se le antojó caprichoso ese día. Sin saber por qué, estaba nerviosa.
En unos pocos segundos, el amo de la tienda la asió entre sus manos y se la entregó al niño, de cara sonriente, aunque no tanto como la suya propia. El gran deseo de salir de la tienda estaba a punto de hacerse realidad.
El trayecto desde ya su antiguo hogar a la playa se le hizo eterno, pero al fin llegaron.
Era un día soleado, con la temperatura perfecta, el color adecuado y el aire idóneo para su gran exhibición.
Antes de que pudiera tomar conciencia de la excitación que sentía, notó como su cuerpo se hacía liviano, algo le empujaba desde abajo, instándole a elevarse más y más, hacia arriba, en pos de aquellas blancas y esponjosas nubes, que le saludaban alegremente. Podía notar la brisa por todo su ser, percibía el calor de los rayos del sol. Oía en su interior cantos angelicales que le inundaban hasta el éxtasis.
Sí, por fin. Su mayor anhelo, su deseo más ferviente, era ahora una realidad. Volaba, planeaba, jugaba con el aire, guiada por la cuerda que la ataba a la mano de aquel bendito infante que se fijó en ella.
Se sentía plena, eufórica, con una dicha indescriptible, hasta tal punto que, sorprendentemente, notó como empezaba a llorar.
Sí, derramaba lágrimas, señales inequívocas del mayor sentimiento explicable, y se abandonó al vaivén de la brisa.
Allá abajo, el niño exclamó:
- Papá, me han caído algunas gotas. ¿Va a llover? No quiero irme a casa todavía.
- No te preocupes, el cielo está radiante. No es lluvia, te lo habrás imaginado, puedes seguir jugando con tu cometa.
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